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Cuando repaso aquellos fines de semana encuentro por igual momentos duros de inusitada violencia y otros casi mágicos de profunda serenidad y regocijo. Un mundo de extremos irreconciliables donde nunca se estaba seguro de casi nada ni se sabía lo que iba a pasar a continuación. Todo era imprevisible, incluso la duración de los buenos o malos momentos. Pero eso sí, sin que nos faltara la hierba, el alcohol, las anfetaminas, la música y los libros. Lejanos todavía los nefastos días de las sustancias blancas.
Cuando repaso aquellos fines de semana encuentro por igual momentos duros de inusitada violencia y otros casi mágicos de profunda serenidad y regocijo. Un mundo de extremos irreconciliables donde nunca se estaba seguro de casi nada ni se sabía lo que iba a pasar a continuación. Todo era imprevisible, incluso la duración de los buenos o malos momentos. Pero eso sí, sin que nos faltara la hierba, el alcohol, las anfetaminas, la música y los libros. Lejanos todavía los nefastos días de las sustancias blancas.