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Cuando mi hermano estaba en la desesperación del mono maldecía y deseaba que todo cesara lo más rápidamente posible. Esa necesidad inducida lo aniquilaba como persona y lo malbarataba.
Una vez bajo la influencia blanca dejas de ser tú. No sirves para otra cosa más que para fatigar la buena voluntad de quienes tratan de ayudarte.
A mi hermano le desquiciaba verse dependiente de otros. Un muñeco enfermo al que a veces en mitad del sufrimiento se le permitía el alivio de una tregua artificial. Entonces advertía con horror la situación en que se hallaba, la inutilidad de un esfuerzo sin provecho.
Era un fantasma en lo alto del fino alambre. Una ruina humana en el centro del huracán. Incapaz de pensar por sí mismo con claridad y de hilvanar frases con sentido. Tan sólo atado a la quejumbrosa voz de un cuerpo retorcido sobre un jergón. El dueño de unas gafas de pasta negra con gruesos y fríos cristales de miope porque las lentillas le quemaban.
La imagen de alguien que galopa sobre locas alucinaciones por una escalera inacabable. Un Sísifo reducido a su condena.
Lo demás que sintiera intentó recogerlo en poemas y dibujos que han desaparecido.
Cuando mi hermano estaba en la desesperación del mono maldecía y deseaba que todo cesara lo más rápidamente posible. Esa necesidad inducida lo aniquilaba como persona y lo malbarataba.
Una vez bajo la influencia blanca dejas de ser tú. No sirves para otra cosa más que para fatigar la buena voluntad de quienes tratan de ayudarte.
A mi hermano le desquiciaba verse dependiente de otros. Un muñeco enfermo al que a veces en mitad del sufrimiento se le permitía el alivio de una tregua artificial. Entonces advertía con horror la situación en que se hallaba, la inutilidad de un esfuerzo sin provecho.
Era un fantasma en lo alto del fino alambre. Una ruina humana en el centro del huracán. Incapaz de pensar por sí mismo con claridad y de hilvanar frases con sentido. Tan sólo atado a la quejumbrosa voz de un cuerpo retorcido sobre un jergón. El dueño de unas gafas de pasta negra con gruesos y fríos cristales de miope porque las lentillas le quemaban.
La imagen de alguien que galopa sobre locas alucinaciones por una escalera inacabable. Un Sísifo reducido a su condena.
Lo demás que sintiera intentó recogerlo en poemas y dibujos que han desaparecido.
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