martes, 1 de diciembre de 2009

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Una vez mi hermano pintó con rotuladores la habitación que ocupaba en casa de mi madre. Su ex mujer y sus dos hijos vivían en otra ciudad desde hacía años y él sobrevivía a duras penas con las clases de inglés que conseguía. Le pagaban poco y era incapaz de alquilarse un piso y empezar de nuevo. Aunque esos planes le rondaban la cabeza desde el día que regresó, ni él mismo se los creía.
En sus circunstancias mantenerse a flote era todo a lo que podía aspirar. En cuanto a mi madre y mi abuela, ellas sí estaban felices, se veían acompañadas pero también en vilo, ya que no era fácil hacer frente a sus humores cambiantes.

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